La tiranía de la actitud positiva
A lo largo de la historia de la humanidad, el objetivo vital de las personas ha ido cambiando. A grandes rasgos, se podría decir que hasta la Revolución Industrial, el propósito de gran parte de la población era el de alcanzar unas condiciones que les permitiera sobrevivir. A partir de aquí, una vez se fueron cubriendo estas necesidades más primarias de supervivencia, otros objetivos y necesidades fueron ganando protagonismo (formar parte de un grupo social, tener un trabajo que genere satisfacción, sentirnos queridos, etc.).
Hoy en día nos encontramos en una sociedad en donde el objetivo vital principal en muchas personas es el de sentirse realizado y alcanzar la felicidad. De aquí que haya habido el “boom” de los libros de autoayuda, el coaching o la Psicología positiva.
No tiene nada de malo el querer mejorar nuestra vida, pero tener que ser feliz sea como sea y en cualquier situación puede ser una tiranía. Estamos acostumbrados a ver mensajes en las redes sociales o en otros medios del tipo: “Si estás triste, sonríe” o “Hoy he decidido ser feliz”. Como si el hecho de ser feliz fuera una opción que cualquiera puede escoger, y con esta facilidad. ¿Por qué motivo nos negamos la posibilidad de estar tristes?
Cuando nos hacen una foto, por ejemplo, lo primero que hacemos inconscientemente es poner una sonrisa. Si no lo hacemos siempre habrá alguien que nos reprochará que estamos muy serios. Es muy curioso observar fotografías antiguas, de nuestros abuelos o anteriores, y mirar cual es su expresión. Nos daremos cuenta de que en muchas ocasiones no están sonriendo, sino que simplemente están allí sin mostrar ningún estado emocional para que les hagan la foto solamente. No creo que esto sea cuestión de que antes no fueran felices, sino que no había la cultura y la presión social de mostrar una buena cara.
Es por todo esto que algunos autores ya empiezan a hablar de “la tiranía de la actitud positiva” y de los efectos contraproducentes que esta puede tener, ya que si te sientes mal por alguna cosa y no puedes poner una cara feliz por mucho que lo intentes, puedes acabar por sentirte peor. No solo te sientes mal por lo que pasa, sino que también te sientes culpable por no sentirte bien.
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